Más es mejor…NO SIEMPRE

En el ejercicio, como en la vida, no siempre más es mejor. Nuestra obligación es encontrar la mínima dosis efectiva del mejor tipo de ejercicio posible

El estado de salud ósea y, por tanto, el grado de debilidad de los huesos es un importante factor clínico que afecta a las personas con cáncer, por varios motivos. En primer lugar, las metástasis óseas son muy comunes en una gran cantidad de tumores solidos, especialmente en mama, próstata y pulmón, pudiendo provocar fracturas, dolor, compresión nerviosa e hipercalcemia. En segundo lugar, muchos de los tratamientos aplicados en estas personas tienen un impacto sobre determinadas hormonas reproductivas (por ejemplo estrógenos y testosterona) que puede acelerar procesos de reabsorción ósea y provocar osteoporosis. Por último, cada vez disponemos de mayor y mejor información acerca de la influencia que el microambiente y la actividad de la médula ósea tiene sobre los procesos metastásicos1.

Por todo ello, es muy importante conocer la evidencia científica que sustenta el uso del ejercicio en general y algunas de sus modalidades en particular para prevenir el descenso de la salud ósea y sus consecuencias más comunes. En esta entrada vamos a utilizar uno de los estudios llevados a cabo en este campo para sacar ideas-conclusiones muy significativas.

Tucker y cols.2 llevaron a cabo un estudio de control aleatorizado en mujeres premenopáusicas, tratando de determinar el efecto de 2 programas de entrenamiento mediante saltos sobre la densidad mineral ósea (DMO) de la cadera. Así, 60 mujeres premenopáusicas (entre 25 y 50 años) participaron en una intervención de 16 semanas de duración, divididas en tres grupos: el grupo control, el grupo «10 saltos» (grupo 10) y el grupo «20 saltos» (grupo 20). El grupo 10 llevó a cabo 10 saltos con 30 segundos de descanso entre saltos, dos veces al día, con una separación de al menos 8 horas entre sesiones, 6 días a la semana. El grupo 20 llevó a cabo el mismo protocolo pero realizando 20 saltos en cada sesión.

En ambos grupos se solicitó a los participantes que saltaran lo más alto posible en cada intento. Los resultados mostraron que los dos grupos de intervención mejoraron la DMO de la cadera de manera significativa con respecto al grupo control, tanto a las 8 semanas como al final del estudio (16 semanas). Una conclusión muy interesante es que los resultados obtenidos fueron estadísticamente similares en los dos grupos de entrenamiento, pero en el grupo 20 se produjeron muchas más molestias que en el grupo 10, empleándose además el doble de tiempo en cada sesión. Por lo tanto, los autores concluyen que el protocolo llevado a cabo por el grupo 10 es más seguro e igualmente efectivo en este grupo poblacional.

Estas conclusiones apoyan dos de los principios de los que venimos hablando en este blog y que sustentan nuestra intervención: «no todo vale», «no siempre más es mejor».

Referencias bibliográficas:

  1. Coleman R, Body JJ, Aapro M, Hadji P, Herrstedt J, ESMO Guidelines Working Group. Bone health in cancer patients: ESMO Clinical Practice Guidelines. Ann Oncol. septiembre de 2014;25 Suppl 3:iii124-137.
  2. Tucker LA, Strong JE, LeCheminant JD, Bailey BW. Effect of two jumping programs on hip bone mineral density in premenopausal women: a randomized controlled trial. Am J Health Promot. febrero de 2015;29(3):158-64.

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