Una de las principales dudas que nos plantean las personas que acuden a informarse al IPEFC es cuando es el mejor momento para iniciar un programa de ejercicio. En la mayoría de los casos existe la creencia de que es mejor esperar. Para responder con responsabilidad es necesario disponer de argumentos adecuados, basados en los estudios existentes. En este sentido Nelson y colaboradores (1), publicaron un interesante estudio en el que observan cómo se van reduciendo los niveles de actividad física a lo largo de los ciclos de quimioterapia en mujeres con cáncer de mama. Este hecho es relevante, ya que conocemos los beneficios de la actividad física, especialmente sobre la calidad de vida y la supervivencia libre de enfermedad (2).
El objetivo de este estudio fue determinar en qué fase de la quimioterapia se produce un mayor descenso de actividad y por tanto poder actuar de forma preventiva. Además, cuantifican la actividad con FITBIT, una pulsera de actividad. Este hecho aporta un valor diferencial, o así lo indican los autores, dado que hasta la fecha los estudios se habían basado en cuestionarios en la mayoría de los casos.

Descensos del nivel de actividad en relación al % de ciclo completada
Analizan la actividad física diaria total y la actividad física moderada-vigorosa realizada cada semana. Los datos son muy interesantes (ver gráfica) además de relevantes. Los autores concluyen que en la muestra analizada se reducen ambas categorías de actividad medida, reduciéndose la actividad física moderada-vigorosa 1 hora a la semana. Este descenso se centra en los primeros 4 ciclos (entorno al 40% del tratamiento realizado (sobre 11 ciclos de media).
Este estudio nos aporta varios aspectos que merecen ser analizados. El primero de ellos es que una reducción de 1 hora, 60 mnt de actividad moderada-vigorosa semanales es un dato MUY PREOCUPANTE, más cuando las recomendaciones mínimas de actividad son de 150 mnt y la mayoría de las personas con cáncer o que inician el tratamiento no cumplen (3). Este hecho en la mayoría de los casos implica alejarse aún más de estos niveles mínimos necesarios. Otro de los aspectos a destacar es el relacionado con las 8h de reducción de actividad física total a la semana (si tenemos en cuenta que ya hemos incluido 1 de actividad moderada-vigorosa en estas 8). Esto implica que el sedentarismo aumenta , con un incremento proporcional del tiempo en sedestación o reposo, que aumenta el riesgo sobre la mortalidad (4).
Por tanto, y a tenor de resultados como el del estudio presentado intervenir con ejercicio físico, mejorar la actividad física y reducir el tiempo de sedentarismo es necesario desde el momento del diagnóstico con el claro objetivo de reducir o evitar el gran descenso de actividad a lo largo de los ciclos de quimioterapia y sus consecuencias.
Manuel Martín.
Instituto Profesional Ejercicio Físico y Cáncer
1. Nelson SH, Weiner LS, Natarajan L, Parker BA, Patterson RE, Hartman SJ. Continuous, objective measurement of physical activity during chemotherapy for breast cancer: the Activity in Treatment pilot study. Transl Behav Med. 29 de mayo de 2019;
2. Battaglini CL, Mills RC, Phillips BL, Lee JT, Story CE, Nascimento MG, et al. Twenty-five years of research on the effects of exercise training in breast cancer survivors: A systematic review of the literature. World J Clin Oncol [Internet]. 10 de mayo de 2014 [citado 28 de marzo de 2016];5(2):177-90. Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4014791/
3. Mishra SI, Scherer RW, Snyder C, Geigle PM, Berlanstein DR, Topaloglu O. Exercise interventions on health-related quality of life for people with cancer during active treatment. Cochrane Database Syst Rev. 15 de agosto de 2012;(8):CD008465.
4. Piercy KL, Troiano RP. Physical Activity Guidelines for Americans From the US Department of Health and Human Services. Circ Cardiovasc Qual Outcomes. noviembre de 2018;11(11):e005263.