El deporte y la actividad física son esenciales. El congreso de los diputados lo ha aprobado esta misma semana y es algo de lo que nos tenemos que sentir contentos y orgullosos los que, de alguna u otra forma, todos los días tratamos de convencer a las personas de eso mismo, que moverse es esencial para vivir mejor.
Estamos encantados con la aprobación, con el trabajo de los organismos y personas que lo han hecho posible y, suponemos, agradecidos porque eso suponga facilitar nuestra labor diaria.
Del mismo modo debemos entender que esta aprobación no puede significar un salvoconducto para alimentar actitudes y conductas egoístas e hipócritas. Todos sabemos lo que es un metro y medio de distancia, todos entendemos cuando en un sitio hay más gente de la cuenta y todos, por desgracia, sabemos lo que es una mascarilla FFP2. Por favor, seamos responsables.
No convirtamos esta oportunidad en una artimaña para mantener gimnasios sin medidas adecuadas abiertos; no permitamos que personas sin el conocimiento y la cualificación adecuadas vean impulsados sus pseudo negocios o sus hobbies al amparo de la nueva “esencialidad”, enmascarando el ya más que visto “aquí todo vale”.
Exijamos y trabajemos por la esencialidad del ejercicio, la actividad física y el deporte más allá de tiempos de pandemia, más allá de toques de queda, de limitaciones de aforo o restricciones a la movilidad de las personas. Moverse es para el ser humano tan esencial como comer o dormir; que no se nos olvide cuando el maldito covid-19 se vaya de nuestras vidas.
El movimiento, la actividad física, el ejercicio y las prácticas deportivas han sido, son y serán siempre esenciales para vivir más y mejor. No perdamos esta oportunidad.