Ejercicio y cáncer. Posición Instituciones Internacionales. Reflexiones

Textos de esta envergadura "científica" evidentemente aportan valor, argumento y posicionan al ejercicio

Ya han transcurrido casi 10 años del primer posicionamiento publicado por el Colegio Americano (ACSM). En este tiempo ha sido mucha la literatura científica que ha ido mostrando los argumentos que a día de hoy han hecho necesaria una una revisión y puesta al día. En esta entrada, ubicada en una dimensión más reflexiva y menos descriptiva del blog hemos querido apuntar algunas de nuestras impresiones tras estudiar con detalle las publicaciones que han cerrado este circulo en 2019. COSSA, ESSA y ACSM (las dos primeras australianas y la tercera americana) se constituyen como entidades de referencia, la primera del propio entorno oncológico, y las dos restantes en el campo del ejercicio físico en el marco de la patología. Las tres han publicado posicionamientos en 2019. Su propia presencia enciende una carrera por ser «los primeros» en algo, como si tuviera más valor ser el primero. Ambas, ACSM y ESSA declaran ser las primeras en publicar unas líneas de este tipo, pero lo cierto es que en esto es la ACSM quien falta a la verdad, la ESSA lo hizo en 2009 y no en 2010 que es cuando se posiciono la ACSM. No deja de ser curioso leerlo en la originarias y en las nuevas.

In 2009, Exercise & Sports Science Australia (ESSA) published the first ever position statement on exercise guidelines for people with cancer in the world …..

In 2010, the American College of Sports Medicine convened a Roundtable meeting composed of a team of clinical and research experts in the field of cancer and exercise to develop the first set of exercise guidelines for cancer survivors …

Lo cierto es que las de la ACSM han eclipsado un poco al resto, probablemente por la cantidad de autores presentes de reconocido prestigio en el campo. No obstante, si tuviéramos que elegir una, sería la de la ESSA, bajo nuestra opinión aportaron mucho más, entonces y ahora. En cualquier caso ambas se complementan y una aporta lo que la otra no. ESSA más contenido, ACSM mayor claridad. Ambas destacan la necesidad de implementar ejercicio físico a lo largo del continuo de la enfermedad. Ambas muestran la intención de guiar la prescripción pero parecen olvidarse de que no se puede prescribir para la generalidad, si reconocemos que uno de los principios del ejercicio físico es la individualización. Es cierto que los textos reconocen la necesidad de esta adaptación individual en cada caso, pero no renuncian a constituirse como «guidelines» para los supervivientes de cáncer. Tras 10 años esperando, quizá ya no toca este tipo de documentos generalistas, sino renunciar a ganar ninguna carrera y centrarse en acotar la prescripción en base a la propia naturaleza del cáncer como enfermedad, su heterogeneidad. A estas alturas sería más lógico diferentes «guidelines», como poco, para cada una de las localizaciones.

Textos de esta envergadura «científica» evidentemente aportan valor, argumento y posicionan al ejercicio en el lugar adecuado que le corresponde, manteniendo la «compostura» de sus virtudes como terapia con el necesario corsé de la evidencia. Además es de obligada lectura y estudio para cualquier profesional del ejercicio que desempeñe su labor en este contexto.

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