entrenamiento-osteoporosis-cáncer-próstata
Como hemos analizado en múltiples ocasiones en blogs sabemos que el tratamiento de privación hormonal provoca una reducción en la calidad de vida. Las consecuencias del tratamiento tienen un impacto negativo en el organismo y, más concretamente, conllevan una pérdida de densidad mineral osea (DMO) y con ello, un aumento en el miedo a caerse y un aumento en el miedo a una fractura. Las pérdidas de masa y fuerza muscular a su vez conforman una de las razones principales del empeoramiento en la calidad de vida. (1-3)
Conocer el impacto del ejercicio físico en esta variable (DMO) es una cuestión relevante y en esta ocasión analizaremos el estudio publicado por Newton y colaboradores en 2019 (4) en el que mediante un estudio controlado aleatorizado (un modelo de investigación de gran prestigio) se quiso analizar principalmente si un determinado programa de ejercicio mejoraba la calidad del hueso en determinadas regiones del cuerpo y de forma general en personas con cáncer de próstata y terapia de privación hormonal
Para realizar dicho estudio, Newton y col. formaron 3 grupos distintos. El primero (GR1) entrenaba con ejercicios de impacto más un entrenamiento de fuerza (n=57), el segundo (GR2) entrenaba con ejercicios de carácter aeróbico más entrenamiento de fuerza (n=50) y el último (GR3) tan solo realizaba un cuidado habitual de la enfermedad más un pequeño entrenamiento aeróbico (n=47). El tiempo de intervención fue nada menos que de 12 meses y el entrenamiento se desarrolló de la siguiente manera:
- GR1: 12 meses de entrenamiento con impacto y fuerza (clínica x 2 días/semana)
- GR2: 6 meses de entrenamiento aeróbico y fuerza (clínica x 2 días/semana) + 6 meses de entrenamiento aeróbico y fuerza (casa x 2 días/semana)
- GR3: 6 meses de cuidado habitual + 6 meses de entrenamiento con bicicleta estática en casa
Estos entrenamientos fueron variando (como es lógico en una planificación de 12 meses) durante toda la intervención:
Entrenamiento con impacto:
- Comienzo (12 semanas): Circuito (2 vueltas) con ejercicios de desaceleración, multisaltos, saltos y caída o “skipping”
- Progresión: saltos a una pierna.
Entrenamiento de fuerza
- Comienzo: 6 ejercicios que comprometan grandes grupos musculares (press de banca, remo, press de hombro, press de pierna, extensión de cadera y extensión de rodilla) 2-4 series con una intensidad suficiente como para poder realizar 6-12 repeticiones de la RM, con un descanso de 1-2 minutos entre series.
- Progresión: Aumentaron 5-10% de la RM cuando se alcanzaban las 12 repeticiones.
Entrenamiento aeróbico
- Comienzo: 20-30 minutos andando/corriendo, en cicloergómetro o en remoergómetro a una intensidad entre el 60% de la frecuencia cardíaca máxima.
- Progresión: Incrementos progresivos hasta 85% de la frecuencia cardíaca máxima (en estos incrementos se comienzan a usar entrenamientos interválicos y se aumentan el número de horas a la semana hasta alcanzar 150 minutos/semana)
Una vez conocido el entrenamiento que fue llevado a cabo por los distintos grupos podemos analizar cuáles fueron los resultados.
La variable principal del estudio era la DMO en la columna, la cadera y el cuerpo en general y que el objetivo en esta población es reducir al máximo posible la pérdida de DMO. En este aspecto estas variables se midieron tanto a las 6 como a los 12 meses de intervención. Si comparamos el GR1 con GR2 y GR3 encontramos que la densidad mineral ósea en la columna descendió menos en el GR1 que en los otros dos (p=0.039). Sin embargo, no se encontraron diferencias ni en la DMO total ni en la DMO de la cadera.
Ante estos resultados debemos ser muy cautos. Es cierto, que el estudio muestra diferencias en la DMO de columna entre los grupos mencionados. De la misma manera, si analizamos un poco más a fondo el estudio podemos fijarnos que existen otros parámetros como el índice de masa ósea apendicular que también mejora con el entrenamiento de impacto sumado al entrenamiento de fuerza. Sin embargo, las mejoras no son exageradamente altas. Esto puede ser debido a que la propia terapia farmacológica puede impedir que haya mayores mejoras (Interacción “fármaco – adaptación al ejercicio”). Puede deberse a que la frecuencia, intensidad y volumen de entrenamiento no es la ideal para reducir la pérdida de masa ósea (Interacción “dosis – respuesta – fármaco”). O puede ser que la selección de ejercicios tampoco lo sea (Interacción “dosis – respuesta – especificidad local – fármaco”)
A pesar de ello, Newton y col. llegan a varias conclusiones que compartimos:
- El entrenamiento con impacto sumado al entrenamiento de fuerza parece ser una alternativa para reducir la pérdida de DMO en personas con cáncer de próstata y terapia de privación hormonal
- Actualmente no existe ni una guía ni un entrenamiento estrella para reducir la pérdida de DMO en esta cohorte.
Por todo ello, seguiremos estando al tanto de las nuevas publicaciones que estudien el efecto del ejercicio en la reducción de DMO en población con cáncer de próstata y terapia de privación hormonal con especial atención al control de las interacciones de las que el éxito del programa dependa.
Unai Perez de Arrilucea Le Floc’h
Equipo IPEFC.
Referencias
1. Galvao D, Taaffe D, Spry N, Joseph D, Turner D, Newton R. Reduced muscle strength and functional performance in men with prostate cancer undergoing androgen suppression: a comprehensive cross-sectional investigation. Prostate cancer and prostatic diseases. 2009;12(2):198.
2. Galvão DA, Spry NA, Taaffe DR, Newton RU, Stanley J, Shannon T, et al. Changes in muscle, fat and bone mass after 36 weeks of maximal androgen blockade for prostate cancer. BJU international. 2008;102(1):44-7.
3. Smith MR, Finkelstein JS, McGovern FJ, Zietman AL, Fallon MA, Schoenfeld DA, et al. Changes in body composition during androgen deprivation therapy for prostate cancer. The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism. 2002;87(2):599-603.
4. Newton RU, Galvao DA, Spry N, Joseph D, Chambers SK, Gardiner RA, et al. Exercise mode specificity for preserving spine and hip bone mineral density in prostate cancer patients. Medicine & Science in Sports & Exercise. 2019;51(4):607-14.