Los entrenadores somos capaces de estratificar cuál es el estado de salud de una persona en base a una serie de indicadores relacionados con su condición física. No obstante, no podemos olvidar que las personas tienen una percepción de sí mismas y de su estado físico, y por ende de su condición física. Cuando una persona sedentaria comienza a hacer ejercicio siempre existe una distancia entre su capacidad real y lo que realmente percibe que es capaz de hacer. Cuando esta distancia es grande y desajustada entre realidad y percepción podemos escuchar frases del tipo «el ejercicio no es para mi» «yo no podré hacer eso» y aparecen los miedos y las barreras. Debemos hacer participes a las personas de los logros de su condición física para que la percepción de sus nuevas capacidades potencie la adherencia y perciban su estado de salud de forma correcta.
Este concepto ha sido muy bien desarrollado dentro del campo de la competencia motriz. Un campo con grandes aplicaciones al entorno del ejercicio físico y el cáncer.
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